
La vida alegre y dura de los marineros,
la emoción de la la lucha con las ballenas
y el odio de Ajab
trenzan la maroma
de una novela inolvidable,
maravillosa, plena de emociones.
Por los siete mares va el lector
tras la estela malva de su fantasía
y vive el encanto azul de los vigías;
lucha con las tormentas
y cruza raudo en las balleneras
el camino de los cetáceos.
Y en el mar del alma el lector siente
toda la tragedia de los hombres,
viejos lobos de mar, y los comprende.
Esta es la encantadora contraportada de la edición de Moby Dick que tengo ahora entre mis manos. Editorial Ramón Sopena, impreso en Barcelona en 1976. Las páginas comienzan a mostrar un tono amarillo y si acercas bien la nariz emite ese maravilloso y rancio olor a libro viejo. Tenía pensado acabármele de leer antes de poner una entrada, pero soy un sujeto de voluntad débil.
No me había acercado nunca a este libro lo suficiente como para leérmele, de modo que esta es mi primera vez con Ahab y compañía, aunque estoy seguro de que no será la última. Cierto es que creo que ví la película (no recuerdo que versión, ya que fue un sábado por la tarde, en antena tres) y sé (en función de la fidelidad de la película) como acaba, pero no me importa demasiado. Hasta lo que he leído ahora, es un libro lento, pero que se hace querer. En ocasiones te sorprende, haciéndote dudar de si estás leyendo una antigua enciclopedia (en las que el Bueno de Ismael nos argumenta, convencidísimo, de que, pese a un par de pulmones, la ballena es un pez) o una obra de Teatro (en la que encontramos al mismísimo Ahab haciendo algún que otro aparte )
Lo mejor, con diferencia, es el personaje de Ahab. Cruel, monomaníaco, Cojo, Resultón, en definitiva, Carismático hasta dejarlo de sobra. En cierto modo, parece sacado de un cómic, o incluso, de una película de serie B
Pero Ahab no se queda en un simple hombre con un Colmillo de Ballena en lugar de Pierna. No. Es un personaje genial, que ejemplica la venganza de una forma tal, que sólo le creo digno de compararle con Edmond Dantés, el Archiconocido Conde. Quizás porque ya sé el final de la Historia (por culpa de Antena 3), quizás por hacer esta entrada algo más larga, me siento muy tentado de relacionar la Búsqueda de Ahab con lo dicho anteriormente. En los capítulos anteriores me refiero.
Pero la verdad, es que no acabaría diciendo más que obviedades. Que si el objeto que buscas es la Destrucción de algo, sólo acarreas tu propia destrucción. Y cosas por el estilo.
Así que paso, por una vez, de hacer filosofía barata. Os dejo a vosotros ese trabajo. Yo me voy a seguir leyendo Moby Dick.
Gracias Herman.
4 comentarios:
Almenos has hecho lo justo, primero la película y luego el libro...hmm...no, primero el libro, y luego nada de películas...
Cuando salió Star Wars VI debieron dejar de hacer películas.
Cuídate.
De la lectura de Moby Dick, como en la historia de la novela, como en nuestra vida en general, nadie sale ileso. ¡Qué gran camino empiezas y cuántas horas de maravillas te esperan! Bienvenido a la Burgosfera. Ya te tenía ganas, Detective de la Triste Figura.
Volverás a leerla, seguro. Atrapa.
Cada página que leo, me arrepiento de haber tardado tanto en acercarme a este libro. Si le hubiese cogido cuando era más niño la de veces que habría soñado volar sobre las oras, viendo rielar la luna a bordo del Pequod.
Muchas más de las que lo hago ahora, eso seguro.
Publicar un comentario