
El Dragón de los momentos vuela rápido, y en linea recta. Es fácil caerse. Y hay que correr a velocidades ultrasónicas para volver a pillarle. Y básicamente, como los humanos no tenemos aún desbloqueada la habilidad de correr por encima de la barrera del sonido, toca quedarse abajo, y recorrer el difícil camino andando.
Tras varios días de arduo camino, entre piedras que parecen botellas rotas es posible que veas una taberna, discoteca, o incluso un bar de carretera. Entrarás, porque tienes sed. Mucha sed.
Está lleno de moteros, encuerados, sudados y barbados. O tuaregs con camellos de combustión interna.Es muy probable que te miren mal, o que dejen de jugar al billar y comenten algo sobre tu hipotética falta de testosterona con su compañero de al lado. Lo sé porque creo que lo he visto.
Pero esos moteros no importan. El problema real llegará cuando llegues a la barra, y el camarero te diga que sólo sirven cerveza.Y a tí la cerveza no te gusta.Aunque su sabor te resulta familiar.
Dicen que si te acostumbras a beberlas te acaban gustando.Pero, cojones, ¿para qué quieres acostumbrarte a un sabor que no te gusta?...acostumbrarte y luego, acabar necesitando beberla. Espera, ya recuerdas de que te es familiar. El sabor de la cerveza... tiene el regusto amargo del fracaso. Sí. Es eso.
No consigues que ninguno de los del bar te deje su camello, pero un vaquero que está por ahí te dice que no le importaría llevarte en su camioneta, que le pilla de camino durante unos kilómetros, así que bien.
Es muy probable, que en los intervalos entre canción country y canción country, entables conversación con el hombre este. Es apicultor.
Pero tampoco haces mucho caso al vaquero. Recuerdas que todos los beduinos de cuero negro echaban algo de limón a su cerveza. Ácido. Sí. Eso no te es difícil de relacionar. Ácido. Como la ironía. Es la mejor forma de digerir un fracaso. Con algo de irónico limón. Por eso tienen tanto éxito las cervezas con limón.
Con suerte, o con mucha suerte, cuando te despides del vaquero, te regala un tarro de miel. La miel está rica. Aunque a veces empalaga un poco. Sabe un poco a éxito. Pero estaría más rica si siguieses montado en el dragón.
Como los desiertos no se rigen por las leyes de la curvatura de la tierra, y menos aún los desiertos metafóricos, le ves allí, volando, con tu compañera de viaje aún a su lomo. Y eso que está a varios mundos de distancia.
4 comentarios:
wens
k tl?¡
weno aunk note gustan las cosas mal eskritas pos mira esk eskribo mas rapido asi
y kasi no teno tiempo
jejeje
weno pos na
k me a encantao al terminarla de leer
y komo tee dixo es la mejor k te e leido
me encantan las metaforas
jwejeje
pork en parte aunk no lo creas
lo relaciono kon lo k me esta pasando
pero weno
pos na
k ma burro escribiendo sola
jejej
xaito
cadt
bszs
Recuerdo ese dibujo en tu móvil mientras el resto de mortales bebíamos en una celebración conocida en el mundo terrestre como La Politécnica...
Recuerdo también haber tenido una conversación a altas horas lunares sobre el amargo sabor de la cerveza, pero no creo que deba compararse con el fracaso, hay cosas peores que la cerveza y el fracaso juntos...
Sí, es cierto, hay cosas peores que la cerveza y el fracaso juntos. La cerveza y el fracaso por separado. Si vienen juntos siempre puedes librarte del sabor de uno en el sabor del otro.
El mundo terrestre, me gusta ese sitio. Unas veces más que otras. Y la politécnica... eso, la politécnica.
mola...sobre todo la relación con las bebidas jejej
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