Hace mucho que no escribo. No digo en el blog. Hace mucho que no escribo en general. Y es raro. Probablemente nunca había pasado tanto tiempo sin escribir en mi vida. O igual sí, no sé. Pero el caso es que he leído esta entrada y esta otra y me han entrado ganas de escribir otra vez. Escribir, así, sin tener nada que decir, como casi siempre. En el blog y en la vida. Escribir por escribir. Como hablar por hablar. Decir estupideces únicamente para rellenar el silencio. Porque yo soy de esa gente. Que dicen cosas para evitar los silencios. Como si los silencios fuesen malos. Y de hecho lo son. No voy a ir de profundo, no. Hay mucha gente, encabezados por Uma Thurman en Pulp Fiction que canta las virtudes del silencio. Yo no. Creo que los silencios son una mierda. Son mis enemigos. Son los que te hacen hablar, así, a lo bruto, decir sandeces. Pero yo iba a escribir sobre escribir, no escribir sobre hablar.
En la escritura, el silencio es mucho más terrible que en la voz. Los silencios son eternos. No están sujetos al tiempo.
En la escritura, el silencio es mucho más terrible que en la voz. Los silencios son eternos. No están sujetos al tiempo.
¿Veis?
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