Al acabar el erasmus me fui a Edimburgo a vivir con mi novia. Nos queríamos mucho, así que lo dejamos .Gaitas, kilts, gaitas, sidra y los huevos. Escapando, pero despacio y sin quererlo. Una calmada ausencia de premeditación y 9 días y dos horas más tarde y estaba en Barcelona. Barcelona tórrida y nocturna; la estación de Nord y sus habitantes, una panda de perdedores condenados a pernoctar en la estación. Entre los que me incluyo, claro. Considerando que mi historia era la más triste y puta de todas, las primeras horas me limité a sufrir por el calor, pasear e intentar convencer a la dependienta del puesto de perritos calientes de que aceptase un billete de cinco libras para pagar un bocadillo de dos euros. Pasando la noche y viendo que mi novia (ex-novia) no iba a aparecer montada en un my little pony blanco a salvarme y que tampoco iba a conseguir comer nada, fui a sentarme. Divagué a lo tonto sobre la cercanía de la realidad a la ficción y sobre la ausencia de una estructura narrativa en la vida. Las historias, en realidad comienzan, si lo hacen, despacio, como un pincel con mucha suavidad de Photoshop, y se acaban de repente, sin haber tenido tiempo para un nudo y un desenlace. Otras veces se planteaba un nudo que nunca se iba a desenlazar. Y a veces no son más que un planteamiento que nunca se llega a a anud...
-¡Oye, déjame tu DNI! Que tengo que mirar a ver si he cobrado y no me fío d e tí para la maleta
-¿Qué?
Un chungales, con aspecto de haber tenido ese aspecto durante los últimos doce años. Una voz rasgada genérica y una cara a la que la vida había dejado desprovista de rasgos individuales.
- Que me dejes el DNI, que voy a dejar la maleta a tu cargo, y así me aseguro de que cuando vuelva vas a estar.-Estoy segurísimo de que no lo dijo con esas palabras, pero esto es autoficción, y lo recuerdo como quiero- que tengo que ir a mirar al banco a ver si me han ingresado el dinero, que hoy cobro.
Por "hoy" he de matizar que se refería a un domingo a las 10 de la noche.O a las 12.
-No. A ver -dije-. A mí me da igual que la dejes o no. Si la dejas aquí te la vigilo, pero mi DNI no te lo voy a dar. Si no te fías te la llevas, que me da igual.
Dijo algo en un idioma que aún no entiendo porque no he estado en la cárcel (aún). Se fue a importunar a una señora muy mayor. Estaba algo sorda, así que el que la defendió era un señor que no estaba gordito, pero parecía que estaba dibujado entero con círculos. Era muy gracioso de ver.
-Mira, la dejo ahí, pero como no esté al volver, te busco y te mato.
Me acerqué mucho la maleta, y me puse a leer. Otro chico se acercó a pedirme dinero para tabaco. Me reí un poco y le enseñé mi billete de cinco libras. Torció el gesto y se marchó.
El tío volvió. No había cobrado, lo cual le sentó muy mal. Cogió su maleta, con muy mal genio y se la llevó fuera. Por entre la puerta le ví abrirla y revisarla entera. Ropa más o menos limpia y un montón de cables. Igual había algo más interesante dentro, pero no lo llegué a ver. Volvió donde mí y me pidió dinero. A este no le hice el chiste de las libras. "No tengo".
-¡MACAGÜENDIOSH!
Y varias patadas a la máquina de tabaco. E importunar a la señora y al señor dibujado con círculos. Y a todo esto, yo estoy preocupándome porque las frases que estoy escribiendo no me queden demasiado largas. Llevo todo el relato escribiendo como encorsetado. Muy agobiado por la tontería. He revisado ya el principio dos o tres veces. Pero bueno, yo AHORA estoy en la comodidad de mi hogar, escribiendo y con un trancazo. El yo de aquel agosto, el de Barcelona, ese es el que os interesa. Aquel Mario estaba mirando la portada de su libro en Inglés (ya se lo había acabado) y deseando que el chungales no me importunase a mí. Pese a mis deseos, el señorito lo hacía. En una de sus muchas salidas a "ver si le habían ingresado el dinero en el Banco", el señor dibujado con círculos se me acercó.
-¿Oye, vas a Burgos?
Quería ir al Baño y no quería dejar a la señora sola. Por si venía otra vez el loco de la pradera ese. Así que me senté con ella. Una señora majísima, la verdad. Chapada a la antigua, obviamente, porque, noventa años son noventa años. Pero majísima, oye.
Cuando volvió el Señor Circulitos del baños, acabé descubriendo que les contaba lo que me había pasado en Escocia. Con bastante lujo de detalles. No me refiero a detalles escabrosos, sino a cosas que no contarías a tu abuela. Como si fuesen unos amigos que acabas de conocer en plena borrachera, sólo que sin estar borracho.
-¿Y no habíais pensado en casaros?
Me reí un poco.
-¿Casarnos?¡No! Yo, si me caso con alguien, será cuando tenga sesenta años. O más, no sé.
-Qué tonterías dices.
Circulitos sonreía al fondo, melancólicamente. Mi historia le había impresionado. Claro que sí.Era el más perdedor de allí, de la estación. Bueno. Probablemente el Chungales, que había vuelto a ir a ver si había cobrado, era más perdedor que yo. Pero bueno, en mi competición sólo contaban los seres humanos.
-Es que los jóvenes de hoy día no os casáis ¡No os casáis! Y eso no está nada bien ¿Y tú -le preguntó a Circulitos-¿no te has casado?
-No, verá, yo, es que...
-Muy mal. Hay que casarse.
-¿Y Usted, Eufrasia-No se llamaba Eufrasia, pero da igual en realidad- No se ha casado?
Sonrió. Así, a lo triste.Será Viuda, pensé.
-No. No me casé.
Bum.
Mi primer puesto en el concurso de perdedores peligraba.
-Había un chico del pueblo, un chico que e gustaba, y nos llevábamos muy bien. Pero a mi padre no le parecía bien, así que me escapé...
¡Bien! Ahora si. Me abroché bien y presumí del enorme cinturón que había ganado en el campeonato de Perdedores. Mierda. Otra frase ahí largota. Justo hace unos segundos estaba supercontento porque había recuperado mi voz narrativa, de frases cortas y un poquito macarras, muy desapegada de la lírica. Cagüen.
-¿Juntos?
-No. Me vine a Barcelona yo sóla. Acabé entrando a trabajar en casa de unos señores y estuve ahí toda mi vida. No he tenido hijos, y ellos tampoco, así que acabé heredando todo. De vez en cuando vuelvo a Burgos, a ver que tal está la casa que era de mi familia.
Bum.
Buf, qué mal. Circulitos (que le vamos a llamar Marcos a partir de ahora, porque Circulitos me está empezando a sonar muy mal) Marcos me había dicho al principio que él no tenía nada mejor que hacer,así que se quedó cuidando de Eufrasia (...) que había perdido su bus y tenía que coger el de la mañana. Pero era bastante tarde. El tío pesado aquel había dejado de darnos la lata. Igual había cobrado, o igual se había ido a otra estación de Nord.
-Oye, Marcos. Si quieres puedes irte a casa... si te esperan o algo,ya cuido de ella. ¿A que sí Eufrasia? ¡Usted y yo ya nos podemos defender solos!
-No, si no me espera...
-Oye, Chiquito - Con noventa años tenía TODO el derecho del mundo a llamar chiquito a quien le saliese del coño.- ¿Y tu muj... ¿Tú te has casado?
-Yo. Bueno. Mi... Bueno. Yo me... iba a casar con una chica... habíamos sido novios durante varios años. El día antes de la boda se suicidó.
...
-Desde entonces yo, ya, las mujeres no... ninguna que... no.
...
-Dejó una nota. Pero no me dejaron leerla. Aunque yo ya tengo mi idea de lo que ponía. Yo me sé por dónde iban los tiros.
A las nueve o así llegó el Bus a la Estación. Eufrasia y yo nos subimos, y nos sentamos separados.
Seis horas más tarde llegamos a Burgos.
-¡Oye, déjame tu DNI! Que tengo que mirar a ver si he cobrado y no me fío d e tí para la maleta
-¿Qué?
Un chungales, con aspecto de haber tenido ese aspecto durante los últimos doce años. Una voz rasgada genérica y una cara a la que la vida había dejado desprovista de rasgos individuales.
- Que me dejes el DNI, que voy a dejar la maleta a tu cargo, y así me aseguro de que cuando vuelva vas a estar.-Estoy segurísimo de que no lo dijo con esas palabras, pero esto es autoficción, y lo recuerdo como quiero- que tengo que ir a mirar al banco a ver si me han ingresado el dinero, que hoy cobro.
Por "hoy" he de matizar que se refería a un domingo a las 10 de la noche.O a las 12.
-No. A ver -dije-. A mí me da igual que la dejes o no. Si la dejas aquí te la vigilo, pero mi DNI no te lo voy a dar. Si no te fías te la llevas, que me da igual.
Dijo algo en un idioma que aún no entiendo porque no he estado en la cárcel (aún). Se fue a importunar a una señora muy mayor. Estaba algo sorda, así que el que la defendió era un señor que no estaba gordito, pero parecía que estaba dibujado entero con círculos. Era muy gracioso de ver.
-Mira, la dejo ahí, pero como no esté al volver, te busco y te mato.
Me acerqué mucho la maleta, y me puse a leer. Otro chico se acercó a pedirme dinero para tabaco. Me reí un poco y le enseñé mi billete de cinco libras. Torció el gesto y se marchó.
El tío volvió. No había cobrado, lo cual le sentó muy mal. Cogió su maleta, con muy mal genio y se la llevó fuera. Por entre la puerta le ví abrirla y revisarla entera. Ropa más o menos limpia y un montón de cables. Igual había algo más interesante dentro, pero no lo llegué a ver. Volvió donde mí y me pidió dinero. A este no le hice el chiste de las libras. "No tengo".
-¡MACAGÜENDIOSH!
Y varias patadas a la máquina de tabaco. E importunar a la señora y al señor dibujado con círculos. Y a todo esto, yo estoy preocupándome porque las frases que estoy escribiendo no me queden demasiado largas. Llevo todo el relato escribiendo como encorsetado. Muy agobiado por la tontería. He revisado ya el principio dos o tres veces. Pero bueno, yo AHORA estoy en la comodidad de mi hogar, escribiendo y con un trancazo. El yo de aquel agosto, el de Barcelona, ese es el que os interesa. Aquel Mario estaba mirando la portada de su libro en Inglés (ya se lo había acabado) y deseando que el chungales no me importunase a mí. Pese a mis deseos, el señorito lo hacía. En una de sus muchas salidas a "ver si le habían ingresado el dinero en el Banco", el señor dibujado con círculos se me acercó.
-¿Oye, vas a Burgos?
Quería ir al Baño y no quería dejar a la señora sola. Por si venía otra vez el loco de la pradera ese. Así que me senté con ella. Una señora majísima, la verdad. Chapada a la antigua, obviamente, porque, noventa años son noventa años. Pero majísima, oye.
Cuando volvió el Señor Circulitos del baños, acabé descubriendo que les contaba lo que me había pasado en Escocia. Con bastante lujo de detalles. No me refiero a detalles escabrosos, sino a cosas que no contarías a tu abuela. Como si fuesen unos amigos que acabas de conocer en plena borrachera, sólo que sin estar borracho.
-¿Y no habíais pensado en casaros?
Me reí un poco.
-¿Casarnos?¡No! Yo, si me caso con alguien, será cuando tenga sesenta años. O más, no sé.
-Qué tonterías dices.
Circulitos sonreía al fondo, melancólicamente. Mi historia le había impresionado. Claro que sí.Era el más perdedor de allí, de la estación. Bueno. Probablemente el Chungales, que había vuelto a ir a ver si había cobrado, era más perdedor que yo. Pero bueno, en mi competición sólo contaban los seres humanos.
Meto aquí esta imagen para que el relato
se haga un poquitín menos pesado de leer.
No tiene mucho que ver con la historia, la verdad.
-Es que los jóvenes de hoy día no os casáis ¡No os casáis! Y eso no está nada bien ¿Y tú -le preguntó a Circulitos-¿no te has casado?
-No, verá, yo, es que...
-Muy mal. Hay que casarse.
-¿Y Usted, Eufrasia-No se llamaba Eufrasia, pero da igual en realidad- No se ha casado?
Sonrió. Así, a lo triste.Será Viuda, pensé.
-No. No me casé.
Bum.
Mi primer puesto en el concurso de perdedores peligraba.
-Había un chico del pueblo, un chico que e gustaba, y nos llevábamos muy bien. Pero a mi padre no le parecía bien, así que me escapé...
¡Bien! Ahora si. Me abroché bien y presumí del enorme cinturón que había ganado en el campeonato de Perdedores. Mierda. Otra frase ahí largota. Justo hace unos segundos estaba supercontento porque había recuperado mi voz narrativa, de frases cortas y un poquito macarras, muy desapegada de la lírica. Cagüen.
-¿Juntos?
-No. Me vine a Barcelona yo sóla. Acabé entrando a trabajar en casa de unos señores y estuve ahí toda mi vida. No he tenido hijos, y ellos tampoco, así que acabé heredando todo. De vez en cuando vuelvo a Burgos, a ver que tal está la casa que era de mi familia.
Bum.
Buf, qué mal. Circulitos (que le vamos a llamar Marcos a partir de ahora, porque Circulitos me está empezando a sonar muy mal) Marcos me había dicho al principio que él no tenía nada mejor que hacer,así que se quedó cuidando de Eufrasia (...) que había perdido su bus y tenía que coger el de la mañana. Pero era bastante tarde. El tío pesado aquel había dejado de darnos la lata. Igual había cobrado, o igual se había ido a otra estación de Nord.
-Oye, Marcos. Si quieres puedes irte a casa... si te esperan o algo,ya cuido de ella. ¿A que sí Eufrasia? ¡Usted y yo ya nos podemos defender solos!
-No, si no me espera...
-Oye, Chiquito - Con noventa años tenía TODO el derecho del mundo a llamar chiquito a quien le saliese del coño.- ¿Y tu muj... ¿Tú te has casado?
-Yo. Bueno. Mi... Bueno. Yo me... iba a casar con una chica... habíamos sido novios durante varios años. El día antes de la boda se suicidó.
...
-Desde entonces yo, ya, las mujeres no... ninguna que... no.
...
-Dejó una nota. Pero no me dejaron leerla. Aunque yo ya tengo mi idea de lo que ponía. Yo me sé por dónde iban los tiros.
A las nueve o así llegó el Bus a la Estación. Eufrasia y yo nos subimos, y nos sentamos separados.
Seis horas más tarde llegamos a Burgos.
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Este relato inauguró el proyecto "Espiral de Relatos" y a su vez inspiró(muy sesgadamente) esta pequeñita joya (pequeñita en cuanto a extensión, no en cuanto a calidad ni cantidad de trabajo) de Samuel: Doña Juana Soprano
1 comentario:
Cada vez que vuelves me digo que merece la pena esperarte.
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