Parte 1:
Parte 2:
Parte 3:
Parte 4:
La luz comienza a picarme en los ojos. Huele a mar y a mierda mezclados. Me acuerdo de un perro y de un despacho. Son dos recuerdos separados, pero me vienen a la cabeza juntos.El despacho está lleno de botellas de vodka. El perro es blanco,con manchas grises. Sé que sabía su nombre. Así como su raza. Sé que el perro está muy lejano. Mucho más lejano que el despacho, que también está muy lejano. Comienzo, muy despacio, a darme cuenta, otra vez, de la diferencia entre espacio y tiempo. Algo muy grande pasa sobre mí, oscureciendo el... ¿Sol? Sí. Sol. Hace un sonido burbujeante y vuela. Podría decir que era un autobús. Pero los autobuses no vuelan. Quizás ahora sí. Estoy desnudo, tumbado sobre un montón de basura. Sí. Es un autobús. Madre mía. Algo me hace pensar que ta no estoy en 1920. Es muy probable que aquel crimen se quedase sin resolver. Y esa chica sureña de cejas francesas. Esa chica. No. Probablemente ella no esté por la labor de buscarme tampoco. Ni por dejarse encontrar. Probablemente cosas así me han pasado miles de veces. Pero esta vez me duele especialmente. Prque no me acuerdo de las otras veces. Así que esta es la única vez real.La única vez que me importa ahora mismo. Putísima mierda. Me pongo a llorar. Sigo llorando cuando me pongo de pie, en mitad de un enorme vertedero no se ve el horizonte, de tantos kilómetros cuadrados de mierda. Otra sombra vuelve a pasar. Sí, rayos. Es un autobús. Ahora lo veo claramente. No recuerdo casi nada más de antes. Sólo el perro. Eso, y que hay otros como yo. Y que decidí separarme de ellos hace mucho tiempo. Me gustaría poder encontrar a alguno de ellos. Viejos orgullos y rencillas ya no importan. No me acuerdo de nada. Lloro.
Espera. Puedo encontrarlos. O al menos a uno de ellos. Cierro los ojos y comienzo a andar. Sé hacia donde voy. Parece que camino por una playa en la que cada grano de arena es tan grande como mi cabeza.
Creo que paso varios días caminando, hasta que sé que tengo que abrir los ojos. Estoy en las ruinas (bastante bien conservadas) de una casa. Su ropa está parcialmente apolillada. Casi del todo. Me mira. Su mano no para de escribir. Al levantar la cabeza para mirarme, rompe un montón de telarañas. Su corbata se deshace del todo y cae.
-Hola, Scott.- No lo sabía, pero sé que Scott es uno de mis nombres.-Probablemente he estado escribiéndolo para tí, Scott el que no puede permanecer muerto.
Me señala al suelo, junto a él. Lo que yo había tomado por escombros, son en realidad millones de fóleos apilados, con la tinta ya casi borrada. Le miro y me siento a leer.
Parte 2:
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Parte 4:
La luz comienza a picarme en los ojos. Huele a mar y a mierda mezclados. Me acuerdo de un perro y de un despacho. Son dos recuerdos separados, pero me vienen a la cabeza juntos.El despacho está lleno de botellas de vodka. El perro es blanco,con manchas grises. Sé que sabía su nombre. Así como su raza. Sé que el perro está muy lejano. Mucho más lejano que el despacho, que también está muy lejano. Comienzo, muy despacio, a darme cuenta, otra vez, de la diferencia entre espacio y tiempo. Algo muy grande pasa sobre mí, oscureciendo el... ¿Sol? Sí. Sol. Hace un sonido burbujeante y vuela. Podría decir que era un autobús. Pero los autobuses no vuelan. Quizás ahora sí. Estoy desnudo, tumbado sobre un montón de basura. Sí. Es un autobús. Madre mía. Algo me hace pensar que ta no estoy en 1920. Es muy probable que aquel crimen se quedase sin resolver. Y esa chica sureña de cejas francesas. Esa chica. No. Probablemente ella no esté por la labor de buscarme tampoco. Ni por dejarse encontrar. Probablemente cosas así me han pasado miles de veces. Pero esta vez me duele especialmente. Prque no me acuerdo de las otras veces. Así que esta es la única vez real.La única vez que me importa ahora mismo. Putísima mierda. Me pongo a llorar. Sigo llorando cuando me pongo de pie, en mitad de un enorme vertedero no se ve el horizonte, de tantos kilómetros cuadrados de mierda. Otra sombra vuelve a pasar. Sí, rayos. Es un autobús. Ahora lo veo claramente. No recuerdo casi nada más de antes. Sólo el perro. Eso, y que hay otros como yo. Y que decidí separarme de ellos hace mucho tiempo. Me gustaría poder encontrar a alguno de ellos. Viejos orgullos y rencillas ya no importan. No me acuerdo de nada. Lloro.
Espera. Puedo encontrarlos. O al menos a uno de ellos. Cierro los ojos y comienzo a andar. Sé hacia donde voy. Parece que camino por una playa en la que cada grano de arena es tan grande como mi cabeza.
Creo que paso varios días caminando, hasta que sé que tengo que abrir los ojos. Estoy en las ruinas (bastante bien conservadas) de una casa. Su ropa está parcialmente apolillada. Casi del todo. Me mira. Su mano no para de escribir. Al levantar la cabeza para mirarme, rompe un montón de telarañas. Su corbata se deshace del todo y cae.
-Hola, Scott.- No lo sabía, pero sé que Scott es uno de mis nombres.-Probablemente he estado escribiéndolo para tí, Scott el que no puede permanecer muerto.
Me señala al suelo, junto a él. Lo que yo había tomado por escombros, son en realidad millones de fóleos apilados, con la tinta ya casi borrada. Le miro y me siento a leer.
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